Ermita de Sant Fruitós (d'Aramunt Vell)

En mis recorridos fotográficos por los pueblos de la Sierra de Boumort, me encuentro para mi sorpresa verdaderas joyas escondidas. La despoblación de los pueblos de montaña aquí son un hecho tristemente palpable, pero que a la vez te hace pensar que todo es efímero y perdurable, el estado de ruina y el abandono del lugar, lo hace si cabe aun más mágico. El ejemplo lo tenemos en la iglesia que voy a describir a continuación:

San Fruitós d'Aramunt fue la antigua iglesia parroquial románica del pueblo de Aramunt, perteneciente al municipio de Conca de Dalt, en el Pallars Jussà. Hasta 1969 formó parte del término municipal de Aramunt.

Es una interesante iglesia románica, destruida en gran parte lamentablemente. Consta de una sola nave, que había sido cubierta con bóveda de cañón,ahora desaparecida, y con ábside a levante. El ábside es gótico, pero en la nave principal hay bastantes restos de un románico muy primitivo o incluso prerrománico. Tanto la nave como el ábside son de gran altura, así como la nave de la iglesia es también muy amplia, lo que nos habla de la importancia que tuvo la iglesia parroquial de la villa de Aramunt. Más tardíamente, fueron abiertas a ambos lados de la nave capillas laterales más modernas.

Fue rector de Aramunt el ilustrado Pedro Díaz de Valdés (1740-1807), hijo de Gijón, amigo de Campomanes y Jovellanos. Tras su paso por Aramunt fue canónigo de Urgel, provisor de esta diócesis y, finalmente, obispo de Barcelona entre 1798 y su muerte. Tras su nombramiento como obispo, en agradecimiento al pueblo de Aramunt, regaló un molino de aceite (quedan los restos), el reloj de la parroquia, y un cáliz y una patena que aún se conservan.

En el huerto de la rectoría de esta iglesia parroquial se conservaba un fragmento de inscripción funeraria romana, posiblemente de un gran monumento sepulcral. El trozo conservado mide 9 metros de largo, y podría proceder de la necrópolis encontrada en el caserío de San Miguel, hoy día bajo las aguas del pantano. Actualmente esta pieza se conserva en Lérida, en el Museo del Instituto de Estudios Ilerdenses.





Vista del altar mayor de la iglesia, está en un lamentable estado de destrucción y abandono, a pesar de ser a simple vista una auténtica joya, que aun conserva restos de policromía en algunas partes de las columnas. La vegetación invade todo el recinto y la cubierta de la nave ha desaparecido.


La puerta entreabierta al bello tesoro que alberga en su interior la iglesia de Sant Fruitós


Los grafitis forman parte,lamentablemente de la decoración de este pequeño tesoro de Sant Fruitós d'Aramunt. Aquí por desgracia el patrimonio no se ha podido conservar, o no ha habido ningún interés en conservarlo. El pueblo ha corrido la misma suerte y es un amasijo de casas derruidas, como si hubiera habido un bombardeo. Se conserva aun la fuente de la plaza del pueblo, y en la parte más baja se han ido restaurando algunos edificios, con la voluntad de ir recuperando algo la esencia de lo que fue el pueblo en su pasado más brillante. 



Un poco de historia :


Un paseo por sus calles y edificios en ruina nos permite crearnos una atmósfera sugestiva del modo de vida décadas atrás en este núcleo de calles estrechas y empedradas con multitud de rincones sugerentes.
Pueblo con dos partes diferenciadas, uno en el cerro donde se encontraba la iglesia, el cementerio, el castillo, la rectoría, el ayuntamiento y las antiguas escuelas y a sus pies el resto de la población.
Aramunt en tiempos antiguos estaba cerrado por las propias viviendas que formaban una especie de muralla y solo se podía acceder al interior del núcleo por dos portales.
Otro dato que refleja la importancia de este pueblo es que llegó a contar con tres ermitas.
Alrededor de cincuenta casas componían Aramunt vell con un terreno muy montuoso y poco propicio para el cultivo donde sembraban trigo y cebada principalmente, además de tener olivos, viñas y almendros.
Había un molino harinero y otro molino de aceite, además de dos prensas para el vino.
La oveja era el animal prioritario en la ganadería. Carniceros y tratantes de La Pobla de Segur venían periódicamente a comprar los corderos.
Según las necesidades de cada casa se mataba uno o dos cerdos al año.
Conejos y perdices una vez cazados también suponían un aporte extra a la gastronomía local.
Contaron con luz eléctrica desde los años 20 por medio de una linea que venía desde el pantano de Sant Antoni.
Dos tabernas tenía Aramunt (casa Quico y casa Jaumet).

También contaba el pueblo con dos herreros, un barbero y un carpintero.
Los miércoles era día de mercado en la Pobla de Segur lo que aprovechaban las gentes de Aramunt para abastecerse de diversos productos entre ellos el pan.
Vendían aceite y vino a las gentes que venían de los pueblos de la montaña ya que allí carecían de ello.
Hasta los años 30 había rector y vicario en el pueblo pero a partir de 1935 el cura venía a oficiar la misa desde Sant Martí de Canals en la persona de mosén Felix, se desplazaba andando.
Ramón Ferrer Cases fue el maestro en la escuela de Aramunt. Estuvo casi cuarenta años impartiendo enseñanza en el pueblo (A pesar de que era manco y le faltaban dos dedos en la otra mano fue muy buen maestro y dejó buen recuerdo entre las gentes). Una cincuentena de niños asistían a clase en los años 40 y 50.
El médico accedía desde La Pobla de Segur.
Miquel de casa Marta iba a por la correspondencia a La Pobla y luego la repartía en el pueblo.


                                                                                              


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